Una pareja fríe un huevo. Cuando el aceite caliente
chispea, ella huye fuera de la cocina.
- Eso le pasa a las mujeres que son unas nerviosa.- se
burla el muchacho
Al él intentarlo, una salpicadura cae en su muñeca y suelta un grito.
- Nosotros los hombres ¡Guaaa!- le riposta ella.
Es increíble que tan hondo caló en los cubanos esas
imaginerías de los dibujos animados, o los “muñequitos”, ya que estamos entre
coterráneos. Sin embargo, este vínculo cultural desaparece. La llegada de productos
comunicativos foráneos los reemplaza de a poco.
Elpidio Valdés o cortos didácticos como
El agua y la higiene o La historia del fuego regalaron referentes que hasta hoy se mantienen en el humor y la
rutina de los isleños.
Cuando la escisión etaria se profundiza, ellos constituyen
un puente generacional entre abuelos, padres e hijos. Estos “muñequitos” son parte de un patrimonio
inmaterial que identifica a los cubanos no importa la geografía.
En aras de parafrasear a esa niña emigrante que anda
con un macaco parlante llamemos al mapa, aunque este en su spanglish nunca
dirá: consumo masivo, globalización, abandono de lo identitario. Diego el zoólogo y la princesita Sofía se apoderan de la manigua, Ben 10 pasea por el vedado y Naruto degusta un sabroso maní tostado.
Los discursos neoliberales en su afán de homogenización bombardean a los más
vulnerables del hogar con estereotipos y valores que no identificarán en su
ambiente social.
Una reforma en la programación televisiva infantil resultaba
necesaria. El vacío creativo de los estudios de animación nacionales, se
taponeó con productos de horizontes no antillanos, mas en estos tiempos no solo
depende de las políticas estatales. Las formas de propagación alternativas como
“el Paquete de la semana” solicitan la aplicación de pedagogías y políticas
desde los centros educacionales o el núcleo familiar.
“Oye,
el de la cornetica son las cinco de la mañana”, reclama un vecino molesto a Pepe, el trompetista
vampiro de la inolvidable película de Juan Padrón. Sin embargo, la hora no
importa para auxiliar a aquellos que conservarán la cubanía dentro de cincuenta
años. No permitamos que la serenata de la cornetica se vaya con nosotros. Así
que: “se oyó clarito, clarito ¡Retirada!”
y “hasta la próxima aventura, caballeros”