En las obras de teatro del antiguo imperio romano,
cuando los personajes llegaban al clímax de sus tragedias, aparecía el dios de
turno para resolver el problema de los mortales con un pase mágico. Al actor
que interpretaba a la deidad lo bajaban al escenario con una grúa y una serie
de ataduras en el cuerpo. De ahí nace la expresión latina Deux ex machina, traducida al español sería “Dios desde la
máquina”.
Desde que se inventó la silenciosa punta de flechas
para abatir mamuts, y luego se oyó el traqueteo de las ruedas en los caminos de
piedras y vino la sucia explosión de la pólvora, la tecnología ha cambiado de
manera radical la historia de los hombres. En el siglo XX surgieron las
primeras computadoras, parecidas a un gran escaparate repleto de cables y
lucecitas y que demoraban horas en efectuar una simple operación matemática.
En la actualidad esos armatrostes nos caben en un
bolsillo y las hemos humanizado tanto que las llevamos a “Clínicas de
celulares” cuando se rompen, como si fueran un niño con tanta fiebre que el
mercurio rompe el termómetro. Gracias a las ilimitadas posibilidades de
Internet y a una sociedad cada día más informatizada (On Line puedes comprar
desde una lámpara hasta un riñón o conocer el desodorante favorito de una viuda
pakistaní) diríamos que tenemos al Mundo en la palma de la mano. Cerramos un
poco el puño y rechina el planeta como una pelota; así de grande resulta el
poder de la información. Entonces Deux ex
machina, baby.
Hoy subutilizamos estas posibilidades. Cuba desde los
tiempos del IMO de los parques hasta este momento del 3G y los primeros niños
que nacerán gracias a flirteos en Watsapp, se incorpora, tardíamente, pero se
incorpora a la Era Digital. Sin embargo, aún muchos no explotan las
potencialidades de la Red.
El escritor alemán Herma Hesse publicaría en 1927 “El
lobo estepario” y ahí aparece la siguiente frase que a casi un siglo de
distancia describe a la perfección el uso que muchos le da a la Web en la Isla:
“Y que todo esto, lo mismo que hoy los primeros pasos de la radio, sólo servirá
al hombre para huir de sí mismo y de su fin y para revestirse de una red cada vez
más espesa de distracción y de inútil estar ocupado”.
Gran cantidad de cubanos, cuando se conectan (en el
trabajo de la madre, con un paquete de datos, con una tarjeta Nauta) a donde
primero se dirigen es a Facebook a la caza del Like, icono copia del mismo
gesto que les regalaba el público a los gladiadores romanos para permitirles
combatir otro día, así mismo muchos buscan el pulgar azul para poder sentirse
vivos; sino van a Instagram a la pesca de corazones.
Necesitamos como diría Hesse sobrepasar el “inútil
estar ocupado”. Es verdad que en el país, por el atraso tecnológico, hay
bastantes facilidades de Internet que aún no se hallan a nuestro alcance; pero
existen muchas otras que sí. Por ejemplo, autoprepararnos, no importa si a
través de páginas especializadas o tutoriales de You Tube, en el tema que nos
interese. Con la yema del dedo, en una pantalla táctil o en el teclado de una
PC, podemos acceder a la biblioteca más grande jamás creada. Googlemos las dudas.
También puede emplearse para estar informado, al final
encontramos una bitácora que se actualiza milisegundo a milisegundo de lo que
ocurre en el globo terráqueo. Para seguir con los paralelismos con el imperio
Romano, el Internet es un Ágora- un lugar de reunión para discutir sobre los
asuntos públicos - gigantesco, donde todos podemos apoyar, disentir o
simplemente tomarle la temperatura al tema en cuestión.
Basta ya de internautas de filtros con orejas y hocico
de conejo. Socializar a través de las redes sociales, mientras se haga con
cordura, no está mal, pero es hora de tomar conciencia y zambullirnos de cabeza
en la web.