El 8 de diciembre de 1980 cinco disparos silencian a
John Lenon en New York. Silvio Rodríguez lo resumiría en su canción “Cita con
Ángeles”: “Cuánta utopía será rota y cuánto de imaginación cuando a la puerta
del Dakota las balas derriben a John”. Sin embargo, resulta poco conocido que
el portero del edificio, el Dakota, que habitaba el ex Beatles era un cubano, José Sanjenís Perdomo.
Este sujeto, quien viene a
reafirmar la teoría que los cubanos somos los nuevos chinos, gracias al poder
de colarse en cualquier hueco, tuvo un misterioso protagonismo en el crimen.
Sanjenís Perdomo trabajó de
policía bajo las órdenes del general Fulgencio Batista. Con el triunfo del
primero de enero de 1959, huye de la Isla y participa en la Operación 40,
nombre del proyecto norteamericano para derrocar el llamado “régimen
castrista”, de la cual llega a ser uno de los más importantes jefes cubanos.
Integró la Brigada 2506 que
invadió Playa Girón en abril de 1961. Después sería uno de los protagonistas de
la Operación Mangosta y haría varios vuelos de reconocimiento sobre el
archipiélago caribeño. Según fuentes colaboró con Frank Sturgis, agente de la CIA,
de quien se sospecha intervino en el asesinato de John F. Kennedy y el
escándalo Watergate.
En 1974 Stugis notifica la
muerte del sicario por causas naturales; pero, curiosamente, reaparece en 1980
como testigo principal del asesinato del músico y activista político de
Liverpool.
Testigos afirman que observaron como Sanjenís Perdomo discutía, unas horas antes
del siniestro, con Mark Chapman, el tirador, sobre la invasión de Bahía
Cochinos y la muerte de John F. Kennedy.
Este escrito no busca provocar teorías de la
conspiración o desenredar madejas en el reverso de la convulsa historia del
siglo XX, solo le ofrece al lector otro encuadre del asesinato del compositor
de Imagine.
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