Cada domingo es santo. Después de una ardua semana, no hay placer comparable al de enredarse con las sábanas. Esta es la historia de un domingo. Tu madre te levanta cerca de las doce y te dice en susurros: “Oye apúrate en votar, sino te marcas”. Tú piensas que los colegios cierran a las seis, pero no es bueno comenzar un día así con una discusión.
En
la vox populis cubana marcar
significa individualizar, destacar un elemento de un conjunto; pero, en tiempos
de elecciones, resulta la creencia en represalias para aquellos que no
participen y en algunos casos para los dormilones, como yo, porque su tardanza
levanta sospechas.
Según
tía tata cuenta cuentos sucederá lo siguiente:
Si no votas te “echarán
pa´lante” alguien que disfruta joder por joder, tal vez la vieja chismosa de la
cuadra que te tiene ojeriza o el tipo atravesado que discutiste con él porque
parquea el carro delante de tu garaje. Entonces te incluirán en la lista- y el
cubano por alguna razón les tiene un miedo horrible a ellas- de los disidentes,
de los desafectos y nunca más podrás andar tranquilo por la calle porque
montaron un operativo sobre ti y ni siquiera pienses en trabajar para el
estado.
El
proceso eleccionario en la Isla resulta un proceso voluntario, al final nadie
te pone una pistola en la cabeza; pero las mentes de las personas están sujetas
a condiciones subjetivas muchos más motivadoras que un arma cargada. El temor
irracional al marcaje tal vez sea una de las más terribles, porque nubla los
sentidos. La participación ciudadana en la toma de decisiones de la nación constituye
un derecho de la ciudadanía; pero más que eso debería entenderse como una
obligación; pues es el método en que todos participamos en la construcción y
mantenimiento de la nación
Las
causas de este temor pudieran ser varias: la resaca de tiempos que mandaban más
cohesión; el “iwashingyou”- el teestoyviendo- de personas que se creían y se
creen salvaguardia de la sociedad, la mala gestión de algunos funcionarios que para
destacar o guardar sus espaldas utilizan estrategias erróneas o la propaganda
mal diseñada o demasiado reiterativa.
Aún
no se fabrica el aparato para medir la paranoia[i];
porque este fenómeno- el miedo al marcaje- por lo menos para este escribidor- sería eso: “una paranoia política y social”,
que con los años ha aumentado su diámetro y alcance al esparcirse y
solidificarse en el subconsciente colectivo. Si se utilizan los medios y
medidas correctas: una adecuada y minimalista publicidad en cada ejercicio
electoral, educar la cultura política de las personas, se extinguirían mitos como
este.
Para
quien se lo pregunté, después de que mi madre me despertó enseguida voté; sino
me quedaba sin desayunar.
[i] La paranoia es un estilo de pensamiento asociado a los trastornos
mentales que se caracteriza por dar forma
a los delirios autorreferentes. Eso significa que quien expresa
un comportamiento paranoico tiene una tendencia a creer que todo lo que ocurre
y de lo que es consciente se da a causa de un mismo hecho, una verdad que
normalmente intenta ser ocultada por entidades misteriosas (sobrenaturales o no)
pero que uno mismo es capaz de ver.