“Quien tanto se precia de servidor de vuesa merced, ¿qué le podrá ofrecer sino cosas del culo? Aunque vuesa merced le tiene tal, que nos lo puede prestar a todos. Si este tratado le pareciere de entretenimiento, léale y pásele muy despacio y a raíz del paladar. Si le pareciere sucio, límpiese con él, y béseme muy apretadamente.”
Gracias
y desgracias del ojo del culo, Francisco
de Quevedo y Villegas
Pasear por la ciudad sin audífonos, los objetos más frágiles
de la creación de Dios, permiten encuentros fortuitos que materializan
bombillas flotadoras por encima de la cabeza, como en los dibujos animados. Sin
querer queriendo, oí una conversación que causó la idea para este laptopescrito.
En el quicio de la acera, un negrón alto con brazos de Popeye conversaba con una señora mayor. Con cara de preocupación comentó:
- Yo no sé de dónde voy a sacar el dinero; si sigo así
tengo que dar el culo.
Para parecer un transeúnte casual y no un curioso
continúe mi camino a Roma porque al final todos los caminos conducen allá ¿no?; sin
embargo, la frase, como una pelota de tenis, me rebotó entre las paredes del
cráneo. Al final logré resumirla a una pregunta, tema central de mi debate
interno: ¿CUÁL ES EL PRECIO DEL CULO?
Llegó la hora de ponerse serio, metatrancoso.
Valga la aclaración de que este análisis solo incluye a los hombres, el de las
mujeres lleva otro laptopescrito.
La sociedad cubana tiene un carácter machista.
El catolicismo, que trajeron los españoles junto a la sífilis y los espejos a
Cuba, condenó durante mucho tiempo la sodomía como una práctica contra-natura.
Quizás la causa de estas persecuciones viene del tiempo del imperio romano,
cuando se institucionaliza esta religión, porque la población se rendía ante
estos placeres y eso afectaba el crecimiento demográfico.
Por otra parte, intervienen las culturas africanas
provenientes de tribus y reinos guerreros con una fuerte base patriarcal y que
necesitaban un rápido restablecimiento de la población, para sustituir los
efectivos perdidos en los conflictos bélicos. Al asentarse en el archipiélago cubano
los habitantes del continente negro estos tabúes en un proceso de sincretismo y
bla, bla, bla, se fundieron con los
de origen hispano.
No resulta secreto, así que no quiero “un habla bajito o un pssss, que alguien te
oye”, que después del triunfo de enero de 1959, los homosexuales se les
juzgó por tener un comportamiento antisocial. Por tanto lo que de por sí, resultaba
discreto se invisibilizó por completo. Estos factores históricos y su
socialización y reproducción dentro del imaginario popular iniciaron una acumulación
primaria del capital.
Una acotación se vuelve necesaria. “Dar el culo”, la
frase del Popeye desquiciado en el quicio, hace referencia a la prostitución
masculina como una manera fácil y efectiva de conseguir dinero, último recurso
para un macho pecho peludo; porque aunque Dios aprieta, pero no ahoga; la
Economía no muestra tanta compasión como el señor de la barba en el último piso
del mundo.
En los tiempos actuales la sociedad cubana se ha
vuelto más inclusiva. Sin embargo, esto resulta un fenómeno de accionar lento
como lo constituye el tránsito de una generación a otra y las necesarias pausas,
para el aprendizaje, en un primer término, la aceptación, en un segundo, y la
aprehensión, en un último. Mientras no se completen estos pasos, el culo
mantendrá, dentro de los márgenes de la percepción popular y su inflación en el
mercado negro, su valor por los cielos.