Tal vez una de las historias de ficción que mejor
describe a la burocracia le pertenece al escritor alemán Michael Ende y es una
obra para niños, aunque trate un tema tan serio. En ella una chica llamada
Momo, que constituye también el título de la novela, debe enfrentarse a los
Hombres Grises. Estos trabajan para el Banco del Tiempo y les ofrecen a los
pobladores del pequeño pueblo italiano donde se ubica la trama, la posibilidad
de ahorrar tiempo para después poder recuperarlo con intereses.
Sin embargo, en un algún punto se revela que estos
Hombres Grises en verdad convierten el tiempo en tabacos que deben fumar para
no desvanecerse (al revés del slogan televisivo: sino fuman, se esfuman) y que
nunca pensaron en devolvérselo a los pobladores.
Cada vez que me enfrento a un trámite o a una reunión
sin otro sentido que rellenar papeles mudos, porque nunca dicen nada, y que
luego se engavetarán, pienso en Momo. Imagino que el funcionario corta y tuerce
encima de su buró mis minutos como una verde hoja de tabaco, y los vuelven un
puro que enciende en mi cara. Entonces recuerdo que Cuba es la tierra del mejor
tabaco del mundo y que también posee el record Guiness del más largo, más de
100 metros, y me digo que “la cosa está bien jodida”
Otro Alemán, el sociólogo Max Webber que vivió a
finales del siglo XIX y principios del XX, constituye uno de los primeros que
formuló la burocracia como una forma de organizar el trabajo en sociedades cada
vez más industrializadas y complejas. Entre sus principales postulados se
encontraban: contar con una jerarquía de autoridad bien definida;
desarrollar normas, reglas y estándares de operación que sean precisas;
especificar los deberes y derechos de cada empleado; delimitar la injerencia
del personal en la propiedad de la organización; llevar un informe
administrativo y por escrito de los actos, decisiones y reglamentos más
importantes. Paremos ahí que el objetivo de este texto no radica en contar la
historia del tabaco.
En Cuba el término burocracia y sus derivaciones,
burócrata y burocrático, han tomado un significado peyorativo, porque se
concibe como una serie de inútiles gestiones tan largas como el olvido y tan
aterradoras como pesadillas donde caes por un acantilado y el suelo nunca
llega.
Tal vez entre los procesos más temidos se hallan los
trámites (vivienda, emigración, entre otros), el papeleo de toda la vida. Por
los cuales debes ir a distintas oficinas o a la misma varias veces y someterte
a largas colas y a la incertidumbre de si los documentos están en regla para no
tener que empezar desde cero. Otro sería el exceso de “reunionismo”, encuentros
formales y periódicos, en muchas ocasiones sin un objetivo preciso más allá de
la costumbre y la rutina y que de tantas actas hacen temer por la deforestación
mundial.
Muchos organismos y organizaciones poseen grandes cuentas
en el Banco del Tiempo que llenan a costa de sus trabajadores o miembros; al aplicar
procedimientos desfasados de época y que no han aprendido a renovar o no se han
preocupado por hacerlo.
En sí la burocracia como método para organizar la labor
humana funciona, mal, pero funciona. El planteamiento del compañero Webber
obvia el factor humano, nadie quiere que se fumen su tiempo como un Reloba, y
el carácter dialéctico, es decir la habilidad de evolucionar o adaptarse ante
situaciones diferentes. Mientras tanto seamos como Momo y combatamos a los
Hombres Grises, al plantear el problema en cada espacio que podamos, y en el
más triste de los casos, con mucha paciencia.
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